La retirada
Estamos llegando a nuestros últimos días en Birmingham. Nos hizo muy bien como familia este viaje, donde pudimos conocer muchos lugares y a personas entrañables, que se volvieron amigos de la vida. También compartimos mucho tiempo junto como familia, y si bien, por momentos se volvía agotador valió la pena el crecimiento.
Durante estos seis meses me pude conectar con el camino de la escritura, un terreno que vengo transitando desde hace años, pero al cual he podido introducirme con mayor profundidad. He encontrado lo que quiero hacer con mi vida: escribir. Espero no defraudarles.
Hace pocos días me enteré que fui aceptado en la Maestría de Literatura Latinoamericana de la Universidad de la República, una alegría inmensa darme la oportunidad de volver a estudiar, nuevos caminos se abren para recorrer las letras. En este trayecto pretendo estudiar a una escritora cordobesa que supo con sus libros hacerme ver rincones del alma humana, de poner espejos enfrente para observar las conductas sociales. Algún día me gustaría que mi escritura logre una parte de lo que ella provocó en mí. La escritora es Eugenia Almeida y recomiendo mucho su obra, sobre todo su libro ensayo Inundación.
En Birmingham en la zona que estuvimos viviendo se respira tranquilidad, hay un silencio que se muestra apacible. Va a ser uno de los grandes contrastes, cuando lleguemos a Montevideo y podamos ver y sentir desde la azotea el tránsito de Bv. Batlle y Ordoñez.
Nos volvemos llenos de experiencias nuevas. Las nenas se vuelven casi hablando en inglés. No como el caso del padre que se resistió y sólo se movió con unas palabras aisladas y poco entendimiento sobre lo circundante.
Fue un desafío venir hasta aquí, una hazaña que llegó a su fin pero que nos abrió las puertas de un percepción para volver a intentarlo de nuevo en el futuro.
Ayer sábado nos juntamos con Verónica y Alejandro (y sus hijos) a compartir una merienda de despedida. También vinieron Alba y John con su pequeña Lola y su bebé Leo. Ellos son una pareja española/inglesa que conocimos una tarde en una actividad por Palestina y que en un par de juntadas establecimos un vínculo de entendimiento como si hiciera mucho tiempo que nos conociéramos.
Fuimos muy afortunados de encontrar a Verónica y Alejandro, ellos nos brindaron todo su apoyo, charlas, cafés, nos hicieron conocer lugares y mostraron una hospitalidad que pocas veces se halla. Se convirtieron en una familia para nosotros.
Volvemos renovados, con nuevos aires, dispuestos a vivir la tercera temporada consecutiva de frío. Se van a extrañar las caminatas por los parques arbolados, las ardillas escurridizas y los graznidos de los cuervos. Pero volveremos.
Este viaje fue la puerta para nuevas aventuras en familia, experiencia que nos enriqueció tanto desde lo humano como desde lo afectivo.
La próxima crónica será desde Montevideo. Me vuelvo con varios libros/textos macerando a la espera de salir a la luz.
Gracias por haberse tomado el tiempo de leerme.
Jorge Saeta.
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