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Proyecciones

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  David está contento, con cierta calma que acompaña la noche. Esta semana tuvo una  reunión importante. David está ansioso, sabe que en un mediano plazo publicará su segundo libro. Sujeta las manos en su cara y bosteza con cierto cansancio. Gira sobre su eje y deambula por la casa. Sabe que tiene que sentarse a escribir, pero hay días en los que no sale nada. Entonces espera, relee algunos archivos perdidos en las nubes intentando capturar alguna imagen perdida. Busca tener paciencia, confiar y creer en lo que hace, aunque otras tantas se encuentra con los impostores del pensamiento que no lo dejan crear. Respira, respira, lo realiza con conciencia, para serenar el nerviosismo del día. Le gustaría dormir mucho más en las mañanas, pero las obligaciones de las niñas y de la casa lo despierta con el sueño atrasado. Hay días que anda a lo tumbos, con el mate lavado y unos cuantos cigarros de más. Pero se ajusta a la simetría de las cosas a mitad de mañana, cuando sin pensar hace las tarea

Caminos y bifurcaciones

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  Me encuentro caminando bajo la lluvia. Avanzo sin paraguas, nada me cubre del agua. Tengo la ropa empapada y una sensación fría de libertad adherida a la piel. Me detengo en un alero y me fumo un pucho. Miro la gente correr apurada como si la llovizna fuera ácida. A el encendedor le cuesta prender, está humedecido. Después de varios intentos se produce la llama. Siento, con una leve imperceptibilidad, el sonido que se convierte en una brasa humeante. Me quedo ahí, detenido, como si pudiera ver el tiempo avanzar en el cielo gris de Montevideo.  Se aproxima otro invierno. Lo sabía. Me robaron un verano, como aquel cuento de Mario Levrero que ahora no recuerdo el título. Me dispongo a seguir. Sin embargo estoy en un estado de duermevela sostenido por el ruido de la llovizna que me deja un rato más quieto. No siempre se presenta esa calma, un tanto aparente, de comprobar que estamos en este mundo. Disfruto de la sensación, pienso con cautela, visualizo la parada de ómnibus a un par de cu

El silencio de las palabras

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Hace menos de dos semanas que aterrizamos en Montevideo. Un calor intenso nos recibió en la resaca de un verano que se tiñe de otoño. Aún quedan en el cuerpo los momentos vividos en Birmingham, la extrañeza de encontrarse de nuevo en el hábitat que nos pertenece. Las nenas volvieron a la escuela y están bajando los niveles de ansiedad del viaje, los reencuentros con sus amigas. Mi pareja volvió al trabajo y también, con su intensidad, se va encontrarnos con sus actividades.  Este cronista, que se encuentra desempleado, está en la búsqueda de ingresos, navega por las redes y los buscadores tratando de encontrar alguna actividad laboral. No es fácil, la mano está complicada, pero entre la esperanza y la frustración, se vive con cierto optimismo. Algo va a salir, lo que tenga que ser, será.  Mientras tanto me ocupo de la casa y de algunos cambios. Esta semana estuve despintando puertas y marcos que la semana próxima serán pintados. Me anoto actividades para hacer, quiero estar activo. A s

La retirada

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Estamos llegando a nuestros últimos días en Birmingham. Nos hizo muy bien como familia este viaje, donde pudimos conocer muchos lugares y a personas entrañables, que se volvieron amigos de la vida. También compartimos mucho tiempo junto como familia, y si bien, por momentos se volvía agotador valió la pena el crecimiento.  Durante estos seis meses me pude conectar con el camino de la escritura, un terreno que vengo transitando desde hace años, pero al cual he podido introducirme con mayor profundidad. He encontrado lo que quiero hacer con mi vida: escribir. Espero no defraudarles.  Hace pocos días me enteré que fui aceptado en la Maestría de Literatura Latinoamericana de la Universidad de la República, una alegría inmensa darme la oportunidad de volver a estudiar, nuevos caminos se abren para recorrer las letras. En este trayecto pretendo estudiar a una escritora cordobesa que supo con sus libros hacerme ver rincones del alma humana, de poner espejos enfrente para observar las conducta

La función social

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  Busco completar cada parte del cuaderno. No quiero dejar hoja en blanco. La tinta se seca mientras afuera se parte el cielo de agua. Pienso en lo que voy a escribir, planifico argumentos, me armo mapas para guiar mi escritura. Se me va mucho pensamiento mirando por la ventana y otro tanto lo pierdo fumando en la puerta. Cada letra que escribo forma parte de un texto futuro. También tiro otro tanto porque no sirve para nada. Es difícil acceder a los secretos de los textos. En algún momento se produce una fisura que habilita la entrada a un universo que escapa a lo cotidiano para entrar precisamente en lo cotidiano. Solo esto se me devela en el silencio de la noche, cuando estoy solo. De otra manera solo alcanzo el sonido del viento que se me pierde entre las manos.  Extiendo sobre la mesa un montón de hojas con anotaciones. Las contemplo un rato largo hasta que alguna de ellas me da una pista. Suelo quedar empantanado durante un momento que no preciso determinar. Me cebo varios mates

La eterna

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  En la plaza las niñas juegan y se divierten con autonomía. Me permite escribir esta crónica y pasarles el racconto de estos días soleados en La eterna. Así es, estuvimos en Roma. Otro sitio cargado de una historia profunda. El primer día fue muy emotivo. Nos encontramos con Antonio, un tano querido que conocimos en Montevideo. Juntos recordamos la última vez que nos vimos 8 años atrás. Una noche en Porto a la salida de un bar. Él se alejaba cargado de sus vivencias volviendo a vivir a su tierra. Ahora estaba con su hija, nosotros con las nuestras. Recorrimos el Coliseo y el Foro romano por parte de afuera. La verdad que son unas monstruosidades gigantescas. La entrada estaba abarrotada de gente. El Coliseo fue construido en el año 80 d.C. y de ahí proviene la famosa frase “Pan y circo”. Haciendo un par de cuadras se llega a la Fontana de Trevi. Muy famosa por la película de Fellini “La dolce vita”. Es una majestuosidad sorprendente, con esculturas de dioses romanos, como se puede apr

Granada (Tercera parte)

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     Jamás podré hacer justicia por lo que he visto en la Alhambra. Son escasas las palabras para describir los relieves minuciosos de una obra de arte tan inmensa. No me alcanzan los ojos para mostrarles los sistemas de canales de agua que hace siglos y siglos atrás fueron construidos. Tampoco podré transmitirles con los sentidos la vista desde lo alto de la fortaleza de la Alcazaba, donde se puede ver una parte de la ciudad de Granada. Pero, teniendo en cuenta la limitaciones, voy a intentar ofrecerle un raconto por donde este cronista ha circulado. Un aroma a naranjos, que estaban diseminados en cada rincón, hace al primer encontronazo con los sentidos, un olor dulce, mezclado con los perfumes de los turistas que había en demasía.  Antes de llegar se recomienda sacar la entrada con anticipación para recorrer los Palacios de los Nazaríes. En un recorrido marcado y delimitado se va circulando por un paseo que dura una hora aproximadamente. No hay adjetivo preciso, pero el indicado