Hormiguero



Comenzó un nuevo ciclo en el calendario y anduve medio desaparecido del mundo de las letras. Me he tomado un descanso para asimilar y evaluar el final de año, también para proyectar lo que haré en este que inicia. Me encuentro con una serie de proyectos y el ánimo suficiente para ponerme a trabajar. 

En los días pasados tuvimos la suerte de poder pasear por Londres. Es una ciudad monstruosa y suntuosa, con construcciones medievales y lujosos edificios modernos. Un crisol de culturas y turistas se congregan día a día para convertir el andar en un verdadero hormiguero de gente. Fueron cuatro días de deambular y movilizarnos por diferentes metros, que allí se conocen como underground. Es una red bestial que conecta distintos puntos de una ciudad inmensa.

Llegamos al mediodía del 2 de enero. Almorzamos a pedido de las nenas en un McDonalds y luego, como el clima favorecía, nos fuimos a recorrer un parque de cuyo nombre no recuerdo en este momento. El viaje de Birmingham a Londres lo realizamos en tren, recorriendo grandes extensiones de campo. Fue un tramo tranquilo y suave por el deslizar de las vías. 

Al dirigirnos al hotel tomamos mal una línea de metro y tuvimos que bajarnos para tomarlo para el otro lado. Realmente al comienzo fue muy confuso entender el funcionamiento del transporte, pero a los días nos movíamos con cierta fluidez. Paramos en una zona, a las afueras de Londres, llamada Chiswick. Un lugar de construcciones bajas y con una gran afluencia italiana, ya que varios comercios y restaurante tenían identidad tana. 

El segundo día fuimos al Museo Británico. Es un edificio inmenso donde se encuentran millares de objetos de todo el mundo, desde piedras, momias, obras de artes, en un verdadero recorrido por diversas partes de la historia mundial. Es de destacar que muchas piezas tienen que ver con el legado pirata de Inglaterra y de la apropiación que distintas personas realizaron a lo largo del tiempo. 

Ese mismo día en la tarde fuimos a una exposición de El arte de Banksy, de donde elijo tomar la imagen para este post. Entremedio de los pedidos de mis hijas pude observar los distintos cuadros y pinturas de un artista que no ha revelado su identidad. Estuve reflexionando en esos días sobre la relación del arte con la política, que si bien se encuentran íntimamente ligados me llevó a pensar en cómo uno desarrolla sus creaciones y en lo que se dice, pero también en lo que no se dice. Ese mismo día fuimos a conocer el Big Ben y el Támesis, el río que pasa por medio de la ciudad con distintos puentes. 

Lo que más me impresionó de Londres es la riqueza que se encuentra en sus construcciones. Y cuando hablo de riquezas me refiero de manera literal. Tanto el Big Ben como algunos memoriales están recubiertos de oro y piedras preciosas. Es una linda ciudad, que con sus distancias me hizo acordar a Buenos Aires. 


Jorge Saeta.     



 

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