Tempera/mental



Como es habitual en un diálogo coloquial hablar de clima, está vez no quiero ser menos, por ende voy a pasar un reporte sobre las vicisitudes temperamentales de las calles de Birmingham. Jorge Saeta, su informante de los sentidos, va a intentar hacer un esbozo sobre el sufrimiento o el placer, según los gustos, de lo que él considera su segundo invierno consecutivo. 

 Las temperaturas descienden por debajo de 0 y se mantienen en esa órbita. En este momento que estoy escribiendo la sensación térmica alcanza los -6°. No invita salir a la calle a tomarse unos mates, ni a caminar al parque. Por suerte se mantiene bastante soleado, lo cual ayuda a soportar la intemperie. Al menos en lo visual. El cielo se encuentra despejado, con nubes aisladas. Eso hace que la cosa se lleve de otra forma. Estamos esperando con ansias que caiga nieve, porque sería la novedad para mis hijas. Después de tanto frío sería meritorio. 

Durante la mañana, camino a la escuela, avanzamos por unos parques que mantienen su verde y su escarcha. En varios trayectos se entrecruzan manchones de hielo de unos dos metros. Es decir, por lo general ahí circula un pequeño hilo de agua que se va acumulando y queda todo congelado. Hay que cruzarlos con cautela para evitar algún mal resbalón que te haga ir directo al piso de culo. Estas pequeñas pistas de patinaje sobre hielo son la fotografía testigo de un frío que se mantiene. También hemos sido advertidos de caminar por las veredas con cuidado porque se forman lamparones de hielo muy resbaladizo y que tienen la particularidad de ser casi invisibles.    

He intentado salir a caminar para mitigar la ansiedad de este tiempo sin cigarros pero el frío no invita. La verdad que prefiero quedarme encerrado trabajando, escribiendo o haciendo las cosas de la casa. Aunque debería hacer alguna rutina, por el momento no me sale, no quiero, no está dentro de mi campo de acción. Ya llegará el momento, como ese imaginario que me hago corriendo largas distancias o anotado en maratones. 

Como hay actividades para hacer con las nenas, se sale muy bien abrigado y se disfruta. Mi compañera, que es de presión baja, se encuentra como si el frío le devolviera la vida. En cambio yo, que soy de presión alta, sufro algunos dolores de cabeza, por más que cuide mi cerebro con un coqueto gorro de lana.  

El viaje está pasando muy rápido, una vez que se establecen rutinas, el tiempo se vuelve algo laxo. Si se mira hacía adelante estamos a dos meses de volver a Montevideo, para llegar a vivir la próxima temporada otoño-invierno. Por lo pronto, aquí estamos sin mosquitos, tampoco agobiados por las altas temperaturas. Cada cual disfruta a su manera.

La próxima crónica tendrá que ver con la ciudad de Granada, cuna del gran García Lorca. No quiero adelantarme, pero por lo que he visto por fotos pinta ser un lugar cargado de mucha historia.



Jorge Saeta.



 

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