Granada (Primera parte)



Este viaje dio mucho jugo, así que voy a dividir las publicaciones en varias para disfrutar de este pedacito del mundo ubicado en la provincia de Andalucía. 

A la llegada a Granada fuimos con las nenas a buscar una plaza donde disfrutar del calorcito inusitado para la época del año. Ellas se pusieron a generar barro con una arena arcillosa mientras que me tomaba unos mates en la tranquilidad de la tarde. Las dejé embadurnarse intentando no preocuparme, aunque tuve que mediar un poco para que no se tirasen arena en el pelo. La ropa no me importaba que se manchara. 

El lugar donde jugaban mis hijas estaba delimitado como un rectángulo que tenía un cartel que decía “zona de petanca”. Allí ellas hacían agujeros en la arena con un palo. La verdad que no supimos que era hasta que llegó un señor que se puso a alisar el terreno con un escobillón lleno de clavos. Iba de un lado al otro dejando la cancha derechita. Le preguntamos de qué se trataba el juego y resultó ser que la petanca es lo que nosotros conocemos como las bochas. Tiene la misma lógica de intentar dejar cerca del bochín la mayor cantidad de bochas. Nada más que ellos cambian bochín por bolín y bochas por bolas, que son de un diámetro menor  a las que hemos visto en algún momento de nuestras vidas.

Desde varios puntos de la ciudad se observa un cordón montañoso donde se encuentra Sierra Nevada. Es el sitio donde se filmó la reciente película “La sociedad de las nieves”. Es un paisaje deslumbrante, como sacado de un cuadro.

Al otro día dormimos bien, veníamos de mucho movimiento y era necesario achicar un poco el tiempo. Al mediodía fuimos a una feria llamada Ecomercado, en un colegio en el centro de Granada. Ahí pudimos ver una ciudad bellísima, con callecitas empinadas y con escaleras que serpentean cuesta arriba. Alrededor, callejones con puestos con objetos de la cultura árabe, objetos coloridos, cerámicas, alfombras, pañuelos, aretes, jabones, amuletos, un sin fin de cosas. 

La feria era a beneficio de un comedor comunitario y para un viaje de fin de curso. En todo momento nos sentimos cómodos, las nenas correteaban por el lugar realizando distintas actividades. Lo cual me daba la tranquilidad para escribir estas páginas y meditar por qué no estoy fumando. 

Parece que este viaje fue para descubrir juegos, ya que en la actividad nos enseñaron uno que viene del continente africano, llamado Mancala. Acá lo jugaban con canicas pero se puede hacer con piedras. Se trata de 12 hoyos que están en paralelo, es decir 6 de cada lado y uno grande en cada extremo como muestra la imagen. El objetivo del juego es transportar las canicas al hueco grande con cuatro movimientos por turno. Si buscan información, verán el tablero y las reglas. 

Es increíble, cuando los juegos son buenos, tienen vigencia y rompen las fronteras del tiempo y el espacio. 

Continuará…


Jorge Saeta



 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Caminos y bifurcaciones

Sobre avances y retrocesos

Siempre que uno lee, está con otros