Apremios
David me tiene secuestrado escribiendo en un rebelde anonimato. No lo culpo, nunca en su vida se le dio la oportunidad de escribir todo el tiempo que quisiera. Ha organizado una estructura desafiante, teniendo como zanahoria a perseguir, varios concursos literarios a los cuales se viene presentando.
Ha encontrado una manera de dar rienda a su trabajo. Busca en su celular. Si el concurso le convence y está dentro de sus parámetros narrativos se pone a trabajar. Está escribiendo y finalizando de a dos o tres relatos por semana. Por eso no me ha dejado escribir en el blog. Le apremia el tiempo. A mi me sorprende. Desde que lo conozco, y me dio vida, es la primera vez que se está tomando las cosas con seriedad.
Me ha vuelto su asistente. Por momentos se cansa o tiene que ponerse a hacer las cosas del hogar y me deja a mí escribiendo, tipeando en la computadora lo que escribe en un cuaderno azul. Me dice que desarrolle algunas ideas, me pone a leer algunos párrafos y me ha confiado las correcciones de sus relatos. Yo me lo tomo con altura y aprendo de su silencio. Es que para escribir no solo hace falta sentarse sino que hay que establecer un orden de trabajo. Los concursos literarios vienen siendo de gran motivación. No solo por lo que pueden significar en lo económico o en el reconocimiento, que si bien es importante, pero la cuestión está en el entrenamiento que estos dan.
Por lo que pude saber armó una tabla donde tiene escrito los certámenes en los que se quiere presentar, el tiempo de vencimiento, la extensión y el género. David está acostumbrado o se siente más cómodo escribiendo narrativa, pero en este último tiempo se está animando a escribir poesía, lo cual le trae cierta reminiscencias de su adolescencia donde se expresaba en ese formato. Por lo cual está entrando en un estado físico literario donde tiene aire para manejarse.
Sin embargo ha descuidado otros aspectos de lo cual le quiero hacer entrar en razón, para que se sienta más aliviado. Ha abandonado las caminatas matutinas y está fumando un poco de más. En la mañana le susurré que tiene que escuchar a su cuerpo, que es la carcasa que le da sostén a sus cosas. En varios momentos le dije de acompañarlo a caminar por los parques pero prefiere los mates y la escritura. Creo que es un buen momento, como comienza un nuevo año, para ponerse algunas metas claras y continuar avanzando en salud.
David siempre renegó de no tener tiempo para escribir. Ahora que ha encontrado el camino es momento de equilibrar otras partes para que el funcionamiento de las cosas adquieran un nuevo tinte. Le voy a insistir, de manera mesurada, para que en el mediano plazo pueda dejar de fumar y establezca una rutina de caminatas para recorrer la ciudad y poder seguir escribiendo en este blog que lo tiene un tanto abandonado.
Jorge Saeta
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