Los canales de Birmingham
Después de unos días de sol —donde vivimos una seudo primavera—, entre las uñas volvió a llover. Una lluvia finita. No hace frío, aún está templado y húmedo. Seguimos recorriendo la ciudad. Volvimos a la “Library” de Birmingham y nos subimos al último piso donde hay un mirador y se puede contemplar de forma panorámica gran parte de la segunda ciudad más importante de Inglaterra. Entramos además a un memorial de Shakespeare que se encuentra en la cúspide de la biblioteca, con afiches de sus obras y libros puestos en lustrosos estantes de roble.
Durante la caminata por la ciudad vimos muchos edificios abandonados que hacen a cierta dejadez de las cosas. También hay muchos que se encuentran en estado de construcción. Al ser un lugar cosmopolita se observan muchas culturas conviviendo en paralelo. Hay muchas mujeres, no importa la edad, que usan el hiyab, que es un pañuelo que cubre la cabeza y deja al descubierto el rostro.
Otro dato relevante de está ciudad son sus canales que la atraviesan y comunican con otras zonas aledañas. En los tiempos de la Revolución Industrial estos eran una forma de medio de transporte importante para materiales pesados, como así también de personas. En la actualidad se han adaptado como forma recreativa donde se puede comer y beber en largos barquitos, ya que los canales oscilan entre dos y cinco metros de ancho. Tuvimos la suerte de ver como un barco alargado era subido en el agua porque estos tienen distintos niveles de altura. Un señor que estaba haciendo el trabajo de abrir y cerrar la compuertas nos dijo que lo elevaban unos treinta y cinco metros.
A medida que pasa el tiempo nos vamos asentando en lo cotidiano, estableciendo algunas rutinas y actividades. Estoy acompañando a mi hija mayor a un espacio de Artes Marciales donde de a poco va ganando confianza en sí misma. La menor acompaña y corretea por el salón mientras se desarrolla la clase.
Realizamos largas caminatas a la zona comercial por el entretejido de calles que ninguna sigue una lógica cuadrada o rectangular. Más vale se me figuran como una red rizomática, como venas zigzagueantes por un cuerpo social bastante silencioso. El día está gris, sin embargo se respira cierta felicidad por el viaje que estamos realizando. Poco a poco nos vamos aclimatando a ver ardillas por las grandes extensiones de vegetación y parques, circundando por pequeños arroyitos que hacen a una belleza inusitada y misteriosa.
La idea es continuar conociendo distintos lugares pero esta vez bajando el ritmo que le venimos imprimiendo. Es verdad que el clima no acompaña mucho, la lluvia constante dificulta el salir a recorrer. Pero nos han advertido que, por más que llueva, es necesario ponerse un abrigo, algo impermeable y lanzarse a la aventura. Por el clima gris existen altos índices de depresión y suicidio, como así también de alcoholismo.
Este domingo vamos a Brindisi, Italia, así que la próxima crónica tendrá otro color.
Jorge Saeta
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