Los Albertos
Hace años que los escucho, que acompañan mis mañanas y distintos momentos de mi vida. A Luis Alberto lo descubrí mucho tiempo después que a Carlos Alberto, pero en cada uno de ellos fui profundizando en sus letras y música. Aún me falta conocerlos pero es una tarea a la cual me dedico diariamente. Mientras se calienta el agua para el mate ya está sonando alguno de los Albertos. Es una rutina, un placer que contemplo con el oído. A pesar de que las personas que viven conmigo se quejen pero terminan coreando las canciones.
Pero la historia comienza mucho antes. En una tarde en Montevideo, mi compañera entró a una página de facebook donde se ofrecían cosas usadas para comprar. En una de esas encuentra alguien que regala, por poca plata, una mesa esquinera alta, un banquito de madera maciza y una radio con reproductor de CD y MP3. Creíamos que eran cosas robadas o que era una venganza de separación. La cuestión es que pasamos con el auto y cargamos todas las cosas que nos ofrecían por una módica suma de dinero.
Pero la historia se remonta más atrás. Para un cumpleaños mío, un amigo en Córdoba me regala 5 CD de Luis Alberto (tres de Invisible y dos de Pescado Rabioso). Los CDs viajan a Montevideo pero no tenía donde reproducirlos hasta el momento en que me cae del cielo este equipito de música que me da felicidad diariamente. Se merecería la foto del posteo pero van a estar ellos: Los Albertos.
Algunas personas me dicen que es música bajonera. Entiendo la postura, pero la prefiero a cualquier otra. Siempre me muevo en ese círculo vicioso, a tal punto que tengo los enganches memorizados. Cuando se está terminando una canción ya en mi cerebro adivina la siguiente. Me pasa eso con el MP3 donde tengo la discografía completa de Carlos Alberto.
En el correr de este tiempo he logrado que mi hija más chica cante los comienzos de algunas canciones de Invisible y cuando mi hija más grande era chiquita cantaba estrofas completas de Desarma y sangra. A mí me produce emoción y felicidad. Siento que le aporto aprendizaje, que es una forma de educarla escuchando bandas legendarias como Serú Girán o Almendra.
Ahora bien, en lo que creo que son importantes los Albertos es en la relación que tengo con ellos en la escritura. Como siempre están sonando mientras estoy escribiendo, muchas veces se me cuelan en el ritmo de los textos. Sé que no soy bueno para la música, pero en más de una oportunidad me visto escribiendo siguiendo el compás de Eiti Leda, logrando textos más acabados o inspiraciones más profundas.
A mí, no me queda más que agradecerles a ellos por la música infinita y de la que me queda por descubrir, sobre todo de Luis Alberto que ya está en otro plano pero que me acompaña todas las mañanas como si estuviera dando vueltas por la atmósfera terrestre.
Jorge Saeta
Comentarios
Publicar un comentario