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Mostrando entradas de septiembre, 2023

Confluencias

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Me enamoré de la Pirucha en jardinera. Siempre me pareció la más linda de la clase. Hicimos toda la primaria juntos. Nunca me animé a confesarle mi amor, hasta sexto año, que fue cuando nos pusimos de novio, pero no me atreví a darle un beso en la boca.   Muchos años después la volví a ver en el barrio con una panza de embarazo de unos 7 meses, la cara hinchada y la misma petiza estatura. A pesar del paso del tiempo mantenía la hermosura que mi niñez recordaba. Aunque claro, los años habían pasado. La saludo a lo lejos levantando una mano. Me pregunto si sabrá que soy yo. ¿Me reconocerá?  Dejo la duda flotando y me dispongo a recorrer las calles de tierra del barrio de mi infancia. Después de tantos años hay casas que han cambiado su fachada. Tampoco se encuentran muchos de los baldíos en los que solíamos armar canchas de fútbol. Doblo a la izquierda en una esquina. Busco en mis bolsillos los cigarros que ya no fumo. Agarro unos chicles. Me llevo uno a la boca. Mastico. M...

“Sin letras no podemos volar”

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Está frase la dijo Gerónimo, un adolescente con el que trabajé durante varios semestres en CECAP La Paz, después de ver el cortometraje: “Los fantásticos libros voladores del Sr. Morris Lessmore”. Me quedo con esa y muchas frases, como la que dijo su hermana, el primer día de clase: “En mi barrio hay mucho teatro” . Pero no se refería a sitios donde hacer teatro sino a cómo ella veía su lugar.  Estoy en un período de mi vida donde se van produciendo muchos cierres y cambios. El viaje a Inglaterra ya es un hecho. Está llegando en cuestión de días.  Dejo de dar clases a adolescentes. Cierro un ciclo. Ofrecí durante este tiempo lo mejor de mí. Sin embargo me quedo con la exigencia de que podría haber sido mejor. Ellos me devuelven aquello que no veo. Saben más que yo, seguro. Sus vidas son tan frágiles que muchas veces duele verlas. Ahora necesito del aire y del cambio para volver en otro momento de mi existencia. Hace más de diez años que trabajo con vidas dañadas. Creo que lleg...

Los Albertos

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Hace años que los escucho, que acompañan mis mañanas y distintos momentos de mi vida. A Luis Alberto lo descubrí mucho tiempo después que a Carlos Alberto, pero en cada uno de ellos fui profundizando en sus letras y música. Aún me falta conocerlos pero es una tarea a la cual me dedico diariamente. Mientras se calienta el agua para el mate ya está sonando alguno de los Albertos. Es una rutina, un placer que contemplo con el oído. A pesar de que las personas que viven conmigo se quejen pero terminan coreando las canciones. Pero la historia comienza mucho antes. En una tarde en Montevideo, mi compañera entró a una página de facebook donde se ofrecían cosas usadas para comprar. En una de esas encuentra alguien que regala, por poca plata, una mesa esquinera alta, un banquito de madera maciza y una radio con reproductor de CD y MP3. Creíamos que eran cosas robadas o que era una venganza de separación. La cuestión es que pasamos con el auto y cargamos todas las cosas que nos ofrecían por una ...