Confluencias
Me enamoré de la Pirucha en jardinera. Siempre me pareció la más linda de la clase. Hicimos toda la primaria juntos. Nunca me animé a confesarle mi amor, hasta sexto año, que fue cuando nos pusimos de novio, pero no me atreví a darle un beso en la boca. Muchos años después la volví a ver en el barrio con una panza de embarazo de unos 7 meses, la cara hinchada y la misma petiza estatura. A pesar del paso del tiempo mantenía la hermosura que mi niñez recordaba. Aunque claro, los años habían pasado. La saludo a lo lejos levantando una mano. Me pregunto si sabrá que soy yo. ¿Me reconocerá? Dejo la duda flotando y me dispongo a recorrer las calles de tierra del barrio de mi infancia. Después de tantos años hay casas que han cambiado su fachada. Tampoco se encuentran muchos de los baldíos en los que solíamos armar canchas de fútbol. Doblo a la izquierda en una esquina. Busco en mis bolsillos los cigarros que ya no fumo. Agarro unos chicles. Me llevo uno a la boca. Mastico. M...