Duermevelas
Desde que comencé a anotar los sueños, apenas me levanto casi en duermevela, me percibo escribiendo lo que soñé o pienso dormido lo que voy a escribir cuando me despierte. Esta sucesión me permite localizar materiales que están en mí, como también unir ese mundo interno, que muchas veces logró en la noche en un estado de vigilia, con la percepción abierta de los sentidos. He descubierto en este último tiempo, que más allá de los momentos de conexión con la escritura, donde la lapicera fluye como poseída, hay un instante crucial: con los sueños los cuentos se escriben solos. Luego, es verdad, tienen que ser corregidos, pensadas las líneas de acción, la lógica de los personajes, poder mirar desde arriba y con ojos extrañados lo que está escrito. Estos sueños son núcleos mínimos, que en sí no contienen mucha información, y que a la vez me resultan lejanos o cualquier conexión que hagan con mi presente terminan siendo ajenos. H ay días que no anoto los sueños, ...