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Mostrando entradas de julio, 2023

Duermevelas

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       Desde que comencé a anotar los sueños, apenas me levanto casi en duermevela, me percibo escribiendo lo que soñé o pienso dormido lo que voy a escribir cuando me despierte. Esta sucesión me permite localizar materiales que están en mí, como también unir ese mundo interno, que muchas veces logró en la noche en un estado de vigilia, con la percepción abierta de los sentidos. He descubierto en este último tiempo, que más allá de los momentos de conexión con la escritura, donde la lapicera fluye como poseída, hay un instante crucial: con los sueños los cuentos se escriben solos. Luego, es verdad, tienen que ser corregidos, pensadas las líneas de acción, la lógica de los personajes, poder mirar desde arriba y con ojos extrañados lo que está escrito. Estos sueños son núcleos mínimos, que en sí no contienen mucha información, y que a la vez me resultan lejanos o cualquier conexión que hagan con mi presente terminan siendo ajenos. H ay días que no anoto los sueños, ...

Hervido

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       Lleno media olla con agua y tiro unos pedazos de pollo a hervir. Me quedo mirando las presas flotando en el agua grasienta, mientras me armo un cigarro. Fumo. El vapor va tomando el ambiente. Siento el olor de la carne en las manos. Con el cigarro me quita el apetito. Apago el fuego y dejo la comida a medio hacer. Me acuesto.      Despierto a mitad de la tarde. Me armo un mate. Me siento en la silla enfrente del escritorio. Miro por la ventana el patio alejado. El domingo se consume sin otro propósito que dejar pasar el tiempo. Estoy parado escupiendo pensamientos por el marco frío, anidando una masa gris de llovizna. ¿Cuándo saldré de aquí? ¿Cuándo podré escaparme de mí para encontrar lo que no estoy buscando? Ahora sigo, en un encierro premeditado, sin necesidad de salir al exterior, mirando por la ventana que me tienta a saltar, pero afuera está la altura. Me asomo. Fumo y me leo en un cuaderno. Leo los viajes que aún estoy transitando. Quizá...

Un rayito de nieblaluz

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Rompo el cascarón. Despierto al mundo. Aparezco en una esquina de Montevideo. Me materializo en la ciudad y camino. Mi único objetivo será caminar y ver, en un primer momento, como mi cuerpo, nuestros cuerpos, son seres de pura química. Necesito caminar para segregar endorfinas. Cuando no se sabe qué hacer  la respuesta es hacer ejercicio físico. Es la primera idea que debe venir.  En vez de tirarte de vago en una silla a tomar mates, mejor salí a caminar. Aunque el día no acompañe, aunque el clima sea adverso, salí igual. No te quedes encerrado. Me presento, soy Jorge Saeta, vengo de la conjunción de un espíritu que no sabe qué hacer consigo mismo y de la libertad creativa de una persona que no termina de madurar. De esa tensión nace cada una de mis palabras. Mi objetivo es cronicar mis andanzas por los tres inviernos seguidos que voy a vivir, en lo que llamé Aguafuertes invernales. Esta es la primera. Entonces comienzo.  Mi ánimo es lluvioso y lo empapo de movimiento. N...